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Cuando era niña, a los 5 años, recibí un gran regalo de mi abuela paterna, la Niña Rebe. Ella era gran lectora, una mujer con un corazón de oro y mucha sabiduría adquirida a través de los libros, así que me regaló El Principito, de Antoine de Saint-Exupéry.

Desde su hamaca siempre me daba buenos consejos, aunque muchas veces hice oídos sordos a esas palabras pero ella sabía que algún día esos consejos saldrían del baúl de los recuerdos para guiar mis pasos.

El personaje de “El Zorro” en este libro representa la sabiduría de la experiencia, enseñando la importancia de construir conexiones reales y significativas con los demás, así que, en mi historia, La Niña Rebe fácilmente podría encarnar ese personaje.

“El Principito” está lleno de frases memorables, y aquí, sólo quiero mencionar algunas de las que marcaron mi vida y me ayudaron a ver solo siempre lo mejor de cada ser humano. Extraer lo bueno e ignorar lo malo, y aprender a identificar la enseñanza que trae cada adversidad:

1. “He aquí mi secreto, que no puede ser más simple: solo con el corazón se puede ver bien; lo esencial es invisible para los ojos.”
2. “Si vienes, por ejemplo, a las cuatro de la tarde, desde las tres yo empezaré a ser feliz.”
3. “Es una locura odiar a todas las rosas porque una te pinchó. Renunciar a todos tus sueños porque uno de ellos no se realizó.”
4. “Los hombres ya no tienen tiempo de conocer nada. Compran cosas ya hechas a los comerciantes. Pero como no existen comerciantes de amigos, los hombres ya no tienen amigos.”

En ese libro entendí la diferencia entre querer y amar pero no era consciente del valor tan grande que había en esas palabras.

Querer y amar son sentimientos que abarcan gran cantidad de emociones. Pero, es importante saber cuál es la diferencia entre ellos porque a veces podríamos confundirlos y generar vacíos que ponen en riesgo cualquier relación. Si no hay bases sólidas, no hay un futuro duradero ni confiable.

Mi abuela lo sabía, pero en su entorno fue muy difícil hacerse entender y lograr que sus ideas hicieran eco, así que se aseguró de transmitir ese conocimiento para que a través de la inocencia de la infancia yo pudiera entender la esencia de la vida y prepararme para ser una adulta emocionalmente estable en un mundo lleno de situaciones que atentan contra nuestro sano juicio. El Principito, Por ejemplo, en este corto dialogo, no podría explicarlo mejor:

—Te amo —le dijo el Principito.

—Yo también te quiero —respondió la rosa.

—Pero no es lo mismo —respondió él, y luego continuó— Querer es tomar posesión de algo, de alguien. Es buscar en los demás eso que llena las expectativas personales de afecto, de compañía. Querer es hacer nuestro lo que no nos pertenece, es adueñarnos o desear algo para completarnos, porque en algún punto nos reconocemos carentes.

Querer es esperar, es apegarse a las cosas y a las personas desde nuestras necesidades. Entonces, cuando no tenemos reciprocidad hay sufrimiento. Cuando el “bien” querido no nos corresponde, nos sentimos frustrados y decepcionados.

Si quiero a alguien, tengo expectativas, espero algo. Si la otra persona no me da lo que espero, sufro. El problema es que hay una mayor probabilidad de que la otra persona tenga otras motivaciones, pues todos somos muy diferentes. Cada ser humano es un universo.

Cuando una persona dice que ha sufrido por amor, en realidad ha sufrido por querer, no por amar. Se sufre por apegos. Si realmente se ama, no puede sufrir, pues nada ha esperado del otro. Cuando amamos nos entregamos sin pedir nada a cambio, por el simple y puro placer de dar. Pero es cierto también que esta entrega, este darse, desinteresado, solo se da en el conocimiento.

Solo podemos amar lo que conocemos, porque amar implica tirarse al vacío, confiar la vida y el alma. Y el alma no se indemniza. Y conocerse es justamente saber de ti, de tus alegrías, de tu paz, pero también de tus enojos, de tus luchas, de tu error. Porque el amor trasciende el enojo, la lucha, el error y no es solo para momentos de alegría.

Amar es la confianza plena de que pase lo que pase vas a estar, no porque me debas nada, no con posesión egoísta, sino estar, en silenciosa compañía. Amar es saber que no te cambia el tiempo, ni las tempestades, ni mis inviernos.

Amar es darte un lugar en mi corazón para que te quedes como pareja, padre, madre, hermano, hijo, amigo y saber que en el tuyo hay un lugar para mí. Dar amor no agota el amor, por el contrario, lo aumenta. La manera de devolver tanto amor, es abrir el corazón y dejarse amar.

—Ahora lo entiendo —contestó ella después de una larga pausa.

—Es mejor vivirlo —le aconsejó el Principito

En este momento, puedo decir con certeza que aprendí la lección. He tenido que asumir grandes retos y aprobar con alto puntaje varios exámenes finales para poder llegar al siguiente curso en la escuela de la vida, hasta que algún día pueda graduarme de la profesión más importante: “Sabiduría aplicada a la gestión de emociones” con una maestría en “Aprende a sanar con los consejos de tu abuela”.

Gracias Niña Rebe por ser mi mejor mentora.

One Response

  1. Amar es la confianza plena de que pase lo que pase vas a estar, no porque me debas nada, no con posesión egoísta, sino estar, en silenciosa compañía. Amar es saber que no te cambia el tiempo, ni las tempestades, ni mis inviernos.
    Esta frase es monumental..!!!

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